No es ninguna novedad que el fútbol en el mundo en general y en la Argentina en particular, despierta una pasión en sus fanáticos que lo diferencia de los demás deportes. Esto, tiene una explicación: según una reciente investigación, el amor que uno tiene hacia alguien, y el amor que uno tiene hacia algo (como el fútbol) vienen por los mismos circuitos cerebrales, por lo que no es descabellado creer que la pasión por el fútbol y el estar enamorado, van por un mismo carril. Más información, en esta nota.
El gol del terremoto
Como todo fanático del fútbol, seguramente alguna vez hayas oído hablar del famoso “Gol del terremoto”, producido en el clásico entre Estudiantes y Gimnasia de 1992. En dicho suceso, el grito de gol producido tras el tanto anotado por Perdomo, del lobo platense, fue medido por científicos de la UNLP. Según ellos, al ser un partido en el que muchas personas estaban gritando al unísono, se produjeron estas vibraciones, también favorecidas por el hecho de que los estadios en ése entonces eran de madera en lugar de cemento. Desde entonces, el suceso se ha repetido en otras ocasiones y en otros países.
Imagínense entonces, que si el grito de gol de muchas personas al mismo tiempo puede causar un efecto similar al de algún terremoto de menor grado, la pasión que todas esas personas deben sentir por su club tiene que tener un amor muy profundo. Así, no es de sorprender que el amor del enamorado y el amor del futbolero tengan un punto en común. De hecho, lo dice la ciencia.
El estudio
Según investigadores de la Universidad de Coimbra, Portugal, los sentimientos despertados entre ambos son muy similares. Destacaron, por ejemplo, que “el fútbol despierta emociones irracionales” y que los circuitos cerebrales que se activan en ambas situaciones son los mismos. Así, una jugada destacada o incluso el resultado final de un partido genera una actividad neuronal en una región similar del córtex frontal, en donde se libera dopamina, similar a lo que ocurre con una persona que acaba de ponerse en pareja. Incluso, la amígdala cerebral que regula las emociones se encendió más en los futboleros que en los enamorados.
La investigación, publicada en la SCAN, una de las revistas de mayor prestigio en neurociencias, reveló que “la pasión tiende a prevalecer sobre los contenidos negativos, como la derrota contra un rival, ya que las experiencias menos deseadas suelen ser suprimidas de la memoria emocional.”
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